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El Ciberespacio y la Inteligencia Artificial como medios del Crimen Organizado.

El Ciberespacio y la Inteligencia Artificial como medios del Crimen Organizado.

Introducción.

El Crimen Organizado, o delincuencia organizada, es un fenómeno global que atenta contra la seguridad de los estados. Este fenómeno no es algo nuevo ni nada por el estilo, sino que estuvo presente a lo largo de la historia de las sociedades en diferentes magnitudes y ejecutando diferentes tipos de prácticas ilegales. Una de las características fundacionales de las organizaciones criminales, es la ejecución de sus actividades de forma clandestina, violenta y atentando contra las leyes estatales que limitan su accionar.

Como se mencionó, no es un fenómeno actual, sino que es una problemática permanente y en constante evolución. En este sentido, fenómenos como la globalización y la interconexión que favoreció a la conectividad global, también permitió que el Crimen Organizado se convirtiera en un fenómeno transnacional, y como tal, resulta ser una amenaza para la sociedad y la seguridad a nivel global. En muchos casos, la falta de legislación, de control o ante la connivencia de los diversos gobiernos, ha permitido la expansión y diversificación de las organizaciones criminales.

En la búsqueda de la erradicación de esta amenaza, los gobiernos y organizaciones internacionales, han promovido políticas de cooperación y lucha para contrarrestar esta amenaza, con éxito limitado. Un ejemplo de esto es la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (UNTOC), diseñado para prevenir, combatir y sancionar la delincuencia organizada transnacional mediante la cooperación entre estados, promoviendo el intercambio de información, la asistencia judicial, la extradición y la tipificación de delitos graves (UNODC, 2000).

Este tipo de criminalidad presenta ciertas características, entre las que se destacan:

  • Por la acción concertada de tres o más personas, de manera continua y con el propósito de obtener beneficios económicos o materiales mediante la comisión de delitos graves.
  • Poseen una estructura orgánica con jerarquías, mecanismos de control, códigos de silencio y vínculos tanto con actores legales como ilegales, que garantizan su trascendencia a pesar de las personalidades.
  • Es una organización con una racionalidad y capacidad de proyección de influencia, cuya existencia depende tanto de la oportunidad delictiva como de las debilidades institucionales de los Estados.

De entre las distintas formas del crimen organizado existentes, el narcotráfico emerge como una de sus variantes más prolíficas, por su dimensión económica, su impacto social y su influencia política, erosionando la gobernabilidad y legitimidad de un estado. La expansión de los mercados de consumo, las desigualdades socioeconómicas, la corrupción y los avances tecnológicos crearon un entorno favorable para la proliferación de redes narcotraficantes transnacionales. Este fenómeno representa un desafío multidimensional para la seguridad internacional desde una visión holística, ya que es un perjuicio para la salud, educación, seguridad internacional, entre otras. Muchas veces, el narcotráfico se encuentra vinculado con el financiamiento del terrorismo, la trata de personas, el tráfico de armas y la desestabilización política.

Por otra parte, otra cuestión que añade complejidad al fenómeno del crimen organizado, y narcotráfico, es la ramificación y la transformación “comercial” que adoptaron las organizaciones delictivas a partir de la década de 1970, con expresiones como El Cartel de Medellín o el Cartel de Cali, como ejemplo de esta transformación. De esta forma el control de territorios, la utilización de tecnología y sistemas sofisticados de transporte y comunicación, las conexiones políticas y la participación social constituyeron la base para su expansión y reconocimiento global. Con el tiempo, las organizaciones transnacionales pudieron ir exportando su “negocio”, lo que dificulta el combate y su erradicación.

Tradicionalmente, el crimen organizado, y el narcotráfico en particular, obtiene su financiamiento de tres fuentes principales:

  • Producción y comercialización de drogas. Esta fuente contempla el ciclo logístico completo de las drogas, desde su elaboración hasta su distribución y reinversión.
  • Lavado de activos. Esta fuente constituye la actividad para legitimar las ganancias obtenidas.
  • Corrupción. Este pilar actúa como lubricante del sistema: el soborno de funcionarios públicos, fuerzas de seguridad, jueces o políticos permite garantizar impunidad y mantener la operatividad de las redes delictivas. A ello se suman otras fuentes complementarias, como el contrabando, la extorsión, el secuestro y el tráfico de armas o personas, que diversifican los ingresos y fortalecen la autonomía financiera de las organizaciones.

No obstante, y como ya hemos mencionado, la evolución y adaptación a los cambios sociales es una constante de las organizaciones criminales. Por esta razón, desde hace años la delincuencia adoptó una nueva forma de llevar a cabo sus ilícitos: la ciberdelincuencia (Benitez, 2024). En este contexto, las organizaciones criminales llevan un tiempo tomando provecho de las características del ciberespacio para diversificar su financiamiento, lavar sus activos y luchar contra los gobiernos estatales.

En los apartados siguientes, iremos desarrollando como el Ciberespacio se transformó en un medio ideal para los fines de las organizaciones criminales, tomando como ejemplo Cárteles de Narcotráfico, y como estas prácticas se ven potenciadas por la emergencia de la Inteligencia Artificial.

El Ciberespacio como medio para el financiamiento.

En artículos anteriores he desarrollado aquellas características generales que hacen del ciberespacio, una fuente ideal para el anonimato de las acciones de ciberguerra. Estas mismas características, aplicadas a las prácticas criminales, constituyen una herramienta fundamental para el ocultamiento de los ilícitos perpetrados por grupos criminales, en especial el carácter descentralizado del ciberespacio, su bajo costo de acceso y la velocidad con la que circula la información.

Tal y como expresa Sara García de Insight Crime, las innovaciones tecnológicas que ha traído la era de Internet han influido en las diversas economías criminales, desde el narcotráfico hasta el lavado de dinero. El acceso a mercados en la Dark Web, permiten que las organizaciones involucradas en la producción de drogas puedan obtener los precursores y sustancias químicas necesarias, que están altamente reguladas a través de vendedores en el mercado tradicional. De esta forma se aseguran envíos exitosos de las sustancias a casi cualquier lugar del mundo, ocultando la identidad de los perpetradores de estos hechos.

Por otra parte, la consolidación de las criptomonedas como fuente de intercambio de dinero, resulta ser un medio muy efectivo para el lavado de dinero producto del narcotráfico. Las criptomonedas, con su capacidad única de permitir transacciones financieras rápidas, transfronterizas y seudónimas, son ampliamente aprovechadas cada vez más por organizaciones criminales transnacionales, incluidos los cárteles mexicanos de la droga (TRM, 2025).

Entre los más notorios de estos grupos criminales, podemos destacar el caso del Cártel de Sinaloa, que según fuentes especializadas ha llevado a cabo compras masivas de criptodivisas y empleado bolsas de criptomonedas y redes de monederos chinos para mover los fondos. Estas acciones, a menudo se ven facilitadas por intermediarios o empresas que manejan mucho efectivo, y en lo que respecta al movimiento entre monederos, se emplean técnicas de estratificación para hacer que los orígenes y destinos finales de los fondos sean más difíciles de rastrear. Al integrar estas actividades con negocios legítimos, los cárteles pueden ocultar sus operaciones ilícitas (TRM, 2025).

Sumado a lo anterior, el ciberespacio ofrece a los Cárteles y Organizaciones Criminales, la posibilidad de diversificar el lavado de dinero, brindando nuevas plataformas para disimular el origen ilícito del dinero. Para esto se utilizan esquemas complejos que combinan transacciones digitales, casinos en línea, servicios de transferencias internacionales y comercio electrónico. En muchos casos, se valen de empresas pantalla o negocios virtuales que simulan operaciones legítimas para introducir fondos en el sistema financiero formal. Este proceso de integración digital resulta más difícil de detectar debido al enorme volumen de operaciones electrónicas diarias y la insuficiencia de mecanismos de fiscalización adaptados al entorno virtual. Para tener una referencia de cuanto es el beneficio que tienen los cárteles de esta práctica, basta mencionar que sólo en México, en 2022, se estimó la cantidad en 25,000 millones de dólares al año (UN, 2022). En 2024, el cibercrimen generó pérdidas por casi 800 mil millones de pesos en México, superando en algunos casos los ingresos del narcotráfico, estimados globalmente en alrededor de 1 billón de dólares (Ruiz, 2025).

Además de estas prácticas, que ya son conocidas, investigadores como Víctor Ruiz dan cuenta que la asociación de los cárteles mexicanos y organizaciones de cibercrimen conlleva grande pérdidas al gobierno mexicano y fuentes de enriquecimiento para las organizaciones criminales. Esto se debe a que contratan servicios de cibercrimen especializados para llevar a cabo campañas de lo más variadas (Ruiz V. , 2025):

  • Corredores de acceso: Se trata de hackers independientes o colectivos que comprometen sistemas de empresas y entidades gubernamentales para luego vender esos accesos a organizaciones criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Un ejemplo reciente ocurrió en febrero de 2025, cuando el CJNG fue vinculado a ataques cibernéticos contra sistemas gubernamentales en Jalisco, utilizando accesos previamente adquiridos para desestabilizar a autoridades locales.
  • Reclutamiento de especialistas: Los cárteles también han comenzado a incorporar programadores y hackers, incluso aquellos sin antecedentes criminales, para diseñar malware o ejecutar ataques dirigidos. Esto incluye expertos en inteligencia artificial, utilizados para automatizar fraudes o generar contenidos falsos como deepfakes.
  • Campañas de spam en redes sociales y aplicaciones de mensajería: Grupos vinculados a cárteles emplean plataformas como Telegram y WhatsApp para enviar mensajes masivos que difunden estafas, enlaces maliciosos o kits de phishing. Estas campañas también sirven como medio para reclutar mulas de dinero o nuevos distribuidores de drogas, aprovechando la amplia penetración de estas plataformas.
  • Phishing por correo electrónico: Los cárteles financian campañas dirigidas a pequeñas y medianas empresas mexicanas (MiPyMEs), que, a pesar de representar más del 50% del PIB nacional, suelen carecer de defensas robustas contra ciberataques. Estas campañas a menudo incluyen malware como ransomware, cuyos costos promedio de recuperación pueden alcanzar los 4 millones de dólares por incidente.
  • Kits de explotación: Grupos cibercriminales desarrollan y comercializan kits de explotación en la dark web. Estos paquetes permiten aprovechar vulnerabilidades en software empresarial y son utilizados por los cárteles para comprometer redes de instituciones financieras, organismos gubernamentales y empresas privadas, facilitando el robo de datos y la infiltración en sistemas críticos.
  • Redirección de tráfico desde sitios web comprometidos: Otra técnica común consiste en adquirir tráfico proveniente de sitios hackeados, que luego se redirige hacia páginas diseñadas para alojar estafas financieras o marketplaces ilegales.
  • Redes de mulas de dinero: Utilizan intermediarios para mover fondos robados a través de transferencias bancarias o retiros en efectivo. Estas personas, comúnmente reclutadas a través de redes sociales con engaños o promesas de empleo, son clave en el proceso de lavado de dinero.
  • Extorsión a través de ransomware: Organizaciones criminales como el CJNG contratan a grupos especializados para lanzar ataques de ransomware dirigidos. Estos ataques implican el cifrado de datos críticos y la exigencia de pagos millonarios a cambio de su liberación. Un caso destacado ocurrió en 2024, cuando una empresa del índice Fortune 50 pagó 75 millones de dólares como rescate. En México, este tipo de ataques se ha utilizado para presionar a gobiernos locales.
  • Comercialización de datos de tarjetas bancarias: En foros se venden datos de tarjetas de crédito y débito robadas. Los cárteles se benefician directa o indirectamente de estas transacciones, que son utilizadas para ejecutar fraudes financieros a gran escala.
  • Fraudes bancarios avanzados: También recurren a esquemas como el Business Email Compromise (BEC) para inducir a empresas a realizar transferencias a cuentas controladas por los atacantes. Estos fraudes suelen ser posibles gracias al uso de credenciales filtradas y el trabajo de hackers contratados para ejecutar los ataques con precisión.

En resumen, en esta sección pudimos barrer aquellos aspectos o actividades delictivas que se ven facilitadas por las características del ciberespacio, y que son aprovechadas por las organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico. Se destaca, especialmente, la relación estrecha que se está generando entre las organizaciones cibercriminales y los actores narcos, y el daño económico y social que genera esta simbiosis identificada recientemente.

El Boom de la IA como multiplicador de efectos.

Finamente, arribamos a esta sección, en la que se abordará como la IA está potenciando las prácticas criminales de estas organizaciones en el ciberespacio. Para ello me valdré de un informe de 2025, titulado “Uso de la inteligencia artificial por redes criminales de alto riesgo”, en el cual se ofrece un análisis integral sobre el uso de IA por redes criminales de alto riesgo.

En concordancia con el informe, en los párrafos siguientes veremos que “La convergencia entre IA y crimen organizado no puede comprenderse únicamente como un fenómeno de innovación tecnológica aplicada a actividades ilícitas. En realidad, se trata de una transformación estructural en las formas mismas de organización, operación y adaptación de los actores criminales ante un entorno digital crecientemente automatizado, distribuido e impersonal. (PACCTO, 2025)”

El estudio documentado muestra que el CJNG y el Cártel de Sinaloa han integrado la IA en múltiples esferas —fraude, extorsión, logística, lavado y control simbólico— funcionando la tecnología como infraestructura operativa y no sólo como herramienta auxiliar.

Primero, en el plano de campañas de extorsión y fraude las organizaciones han trasladado al ciberespacio técnicas que antes requerían contacto humano. El informe documenta campañas masivas de smishing y vishing —mensajes y llamadas que suplantan a autoridades o parientes— automatizadas mediante bots conversacionales entrenados para adaptar el tono según las reacciones de la víctima. Estas campañas se alimentan de scraping y bases de datos filtradas para personalizar mensajes (nombre, vínculo familiar, trabajo), aumentan su verosimilitud con deepfakes audiovisuales y clonación de voz, y logran así altas tasas de conversión económica entre víctimas vulnerables.

Un ejemplo operativo destacado es el uso de la clonación de voz para simular secuestros o situaciones de emergencia: grabaciones sintetizadas son reproducidas en llamadas para forzar transferencias o pagos inmediatos. El informe documenta que ambos cárteles emplean mensajes multimedia con deepfakes que simulan cautiverio, incrementando el impacto emocional y la presión sobre la víctima. En el caso del CJNG se describe expresamente una unidad tecnológica centralizada que ejecuta fraudes afectivos tipo pig butchering mediante bots conversacionales y clonación vocal, construyendo relaciones simuladas que culminan en transferencias sustanciales. Esta evolución del “secuestro virtual” resulta sumamente efectiva a la hora de conseguir que las víctimas entreguen dinero.

En segundo lugar, la generación y movimiento de capital ilícito se ha visto profundamente potenciada por la inteligencia artificial, que otorga a los cárteles una capacidad sin precedentes para automatizar, optimizar y ocultar sus operaciones financieras. El documento señala que el Cártel de Sinaloa ha desarrollado una infraestructura tecnológica de triangulación con operadores chinos, empleando sistemas de IA para analizar en tiempo real tasas de cambio, detectar rutas financieras de bajo riesgo y ejecutar transferencias automatizadas. De este modo, las ganancias del narcotráfico y de otras actividades ilícitas se convierten en criptoactivos y posteriormente en yuanes mediante corredores no regulados, reduciendo la dependencia de bancos tradicionales y minimizando la exposición humana. Asimismo, los algoritmos de aprendizaje automático permiten fragmentar operaciones, distribuir fondos y seleccionar mixers o exchanges no regulados de forma más eficaz, generando un circuito de lavado inteligente que se adapta dinámicamente a los controles financieros internacionales. En conjunto, la IA no sólo amplía la escala y velocidad del flujo monetario derivado de fraudes y extorsiones digitales, sino que vuelve prácticamente indetectable su trazabilidad, consolidando un ecosistema financiero criminal cada vez más autónomo y autorregulado dentro del ciberespacio.

Tercero, las operaciones logísticas y de tráfico se han optimizado con algoritmos de predicción y smart routing. Ambos carteles han empezado a emplear IA para planificar rutas de paso de drogas y personas, estimar riesgos en puntos de control y calcular tiempos de cruce, reduciendo exposición y costos operativos. Este uso instrumental de la IA enlaza la función criminal tradicional (movimiento de estupefacientes) con la economía digital: la misma tecnología que facilita extorsión y fraude alimenta la eficiencia de la cadena logística ilícita.

Cuarto, el ataque y la coacción simbólica se han sofisticado: campañas de ocupación cognitiva (difusión de amenazas, comunicados falsos, deepfakes de funcionarios) permiten controlar poblaciones y neutralizar denuncias sin necesidad de presencia armada. El documento documenta cómo la automatización de la amenaza —mensajes persistentes, cuentas temporales, redes cifradas— reemplaza en muchos contextos la coerción física tradicional y amplifica el control territorial simbólico del cártel sobre comunidades con baja presencia estatal.

Quinto, la externalización y mercantilización de capacidades: los cárteles combinan estructuras jerárquicas con modelos crime-as-a-service. Contratan o emplean brokers tecnológicos, desarrolladores y mercados ilícitos (dark LLMs, MaaS) para adquirir deepfakes, scripts de phishing, o servicios de ransomware. Esa lógica núcleo-periferia permite que unidades no técnicas operen a gran escala sin desarrollar internamente todo el know-how, lo que acelera la difusión de prácticas criminales con IA en México. Por otra parte, el estudio advierte que la IA también se ha convertido en una herramienta de reclutamiento. Videojuegos en línea y redes sociales son utilizados para detectar jóvenes con habilidades de liderazgo y convencerlos de unirse a las filas del crimen organizado. Incluso se han documentado campañas con avatares generados por inteligencia artificial reconocimiento facial y propaganda multilingüe, comparables con las estrategias digitales empleadas por grupos terroristas internacionales.

Finalmente, la IA facilita: (1) el escalamiento económico —la IA multiplica la capacidad de extracción de recursos con menores costos y mayor alcance—; (2) reducción de la trazabilidad —las operaciones en criptoactivos, mixers y redes cifradas hacen más opaco el circuito financiero—; y (3) desplazamiento de la violencia —la ocupación simbólica y la coacción digital sustituyen, en gran medida, la necesidad de control territorial físico, sin por ello eliminar la violencia clásica, sino complementándola con herramientas algorítmicas de control social y financiero.

El resultado es una arquitectura criminal híbrida: los cárteles mexicanos no sólo reutilizan el ciberespacio para mover dinero (tal como se expone en el apartado sobre financiamiento), sino que han convertido la IA en motor transversal que alimenta fraudes, extorsiones, lavado y logística. Esto impone retos concretos a la investigación, atribución y mitigación: la automatización reduce la exposición humana, distribuye las capacidades técnicas entre múltiples actores y crea mercados ilícitos que normalizan la oferta de herramientas basadas en IA.

El documento concluye que responder a esta amenaza exige no sólo capacidades forenses digitales, sino políticas de prevención, cooperación transnacional y actualización normativa que consideren la IA como elemento central de la gobernanza del crimen organizado en la era digital.

Conclusión.

El análisis precedente permite afirmar que la convergencia entre tecnología y crimen está configurando un nuevo escenario de amenaza global, en el cual las organizaciones narcotraficantes —especialmente las mexicanas— se comportan cada vez más como actores híbridos, con capacidades comparables a las de organizaciones paramilitares o insurgentes. En este sentido, el ciberespacio está siendo explotado por las mismas como una vía facilitadora de los objetivos operacionales de éstos, lo que se ve potenciado por la Inteligencia Artificial. Esto demuestra una evolución constante del “negocio” de las drogas, como así también un gran conocimiento del mercado y ambiente en el que estas organizaciones se desenvuelven, lo que les permite estar a la vanguardia del crimen y desarrollar capacidades tecnológicas y de influencia propias de un estado (ciberguerra, cibercrimen, influencia, operaciones psicológicas).

El financiamiento de estas actividades continúa sustentándose en una economía ilícita globalizada. Sin embargo, la automatización financiera, las criptomonedas y el uso de inteligencia artificial en el lavado de activos han permitido una diversificación sin precedentes. Los cárteles ya no dependen únicamente del narcotráfico tradicional: también obtienen beneficios de fraudes digitales, ransomware, manipulación de mercados y explotación de datos personales. En la práctica, se han convertido en corporaciones criminales tecnológicas, capaces de gestionar múltiples fuentes de ingresos y reinvertir sus beneficios en innovación delictiva.

De acuerdo con lo mencionado, me aventuro en prever que este fenómeno irá integrando cada vez más capacidades cibernéticas y prácticas tradicionales, de modo de ir disputando cada vez más, el poder gubernamental de los estados. Por otra parte, la IA se irá consolidando como una herramienta al servicio del criminal, generando cada vez más pérdidas para los estados y empresas, lo que supone en gran desafío y una necesidad imperante de mejorar las prácticas de Ciberseguridad. No debemos olvidar que la IA también es ampliamente utilizada en los campos de batalla actual, por lo que es de esperar que también sea explotado su potencial en los campos de la robótica, vigilancia y asesinatos selectivos, prácticas más “tradicionales” de los cárteles y organizaciones criminales.

Esta tendencia sugiere un proceso de militarización y digitalización del crimen organizado, en el que las fronteras entre la violencia criminal, la ciberdelincuencia y la guerra irregular se vuelven difusas. Frente a este panorama, las políticas de seguridad deberán evolucionar con rapidez, haciendo necesario un enfoque integral que combine inteligencia, cooperación internacional, control financiero digital y ciberseguridad estatal para hacer frente a esta amenaza.

En síntesis, el crimen organizado, y en especial el narcotráfico, están ingresando en una nueva etapa donde la IA y las tecnologías se convierten en herramientas al poder del criminal. Su evolución futura dependerá tanto de su capacidad de innovación como de la del Estado para anticipar y neutralizar su avance en este nuevo teatro de operaciones global: el ciberespacio.

Bibliografía.

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UN. (2022). Report 2021.

UNODC. (2000). Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional y sus protocolos.

Maximiliano Daniel Gamboa

Maximiliano Daniel Gamboa

Especialista en Ciberdefensa y Seguridad Internacional